"Nada más marica que la literatura y nada más literatura que una marica.”

"Quizá hasta arte nos nazca de esta epopeya”

Susy Shock

 

En una nación -y una literatura- basada sobre una retahila de dicotomías, la narrativa travesti anida la potencia de pensar por fuera del binomio (o grieta) de turno. También más allá de las formas estatuidas, con sus géneros bien delimitados, prolijos, identificables.

En este libro bello y triste, desgarrado y sobreviviente, Susy Shock arremete en prosa y en verso, con poesía y con memoria, con todo lo que tiene en su arsenal creativo, con su resonante voz, para contar dos historias de amor: la primera de amistad, la segunda de amor-amor, romántico, sexual, revolucionario. Y al hacerlo crea un vórtice angelado de inversión, de modo que si la Argentina internacionalizó la figura de les desaparecides, Shock pone a circular ahora la de les aparecides, parientes de pronto dolientes del changuito aquel que dejó Tucumán sin avisar, afanades por arrasar con sus pertenencias.

Si, como dice la narradora, ser marica/trava es pertenecer a una clase social, oprimida y vinculada con las demás por un doble vínculo de deseo y rechazo, atracción e hipocresía, la voz de Susy Shock emancipa a todo un colectivo al afirmar "Yo no soy una equivocación" y plantarse frente a la verdadera aventura de, pese a todo, "poder la alegría".

 

 

 

Silvestre y sabia, Susy Shock sigue la senda de Pedro Lemebel, Manuel Puig, Néstor Perlongher,

Batato Barea, Copi, La Noy y hace carne de su disfraz y literatura de su vida.

"¿Somos solo eso que se mira de nosotras?", se pregunta en un momento la narradora.

La respuesta surge libre y sencilla: 

no.

Ana Ojeda

 

 

Narrar los duelos, dejar constancia de la vida y lo vivido, compartir la ausencia y leerla como un objeto precioso que custodiamos un instante, el batir de alas rotas del colibrí que retomará el vuelo a pesar de todo.

Desde estas páginas, La Loreta y el Pibe ya serán siempre nuestra memoria colectiva, un hogar.

Brigitte Vasallo

 

La Loreta - Pibe roto

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"Nada más marica que la literatura y nada más literatura que una marica.”

"Quizá hasta arte nos nazca de esta epopeya”

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En una nación -y una literatura- basada sobre una retahila de dicotomías, la narrativa travesti anida la potencia de pensar por fuera del binomio (o grieta) de turno. También más allá de las formas estatuidas, con sus géneros bien delimitados, prolijos, identificables.

En este libro bello y triste, desgarrado y sobreviviente, Susy Shock arremete en prosa y en verso, con poesía y con memoria, con todo lo que tiene en su arsenal creativo, con su resonante voz, para contar dos historias de amor: la primera de amistad, la segunda de amor-amor, romántico, sexual, revolucionario. Y al hacerlo crea un vórtice angelado de inversión, de modo que si la Argentina internacionalizó la figura de les desaparecides, Shock pone a circular ahora la de les aparecides, parientes de pronto dolientes del changuito aquel que dejó Tucumán sin avisar, afanades por arrasar con sus pertenencias.

Si, como dice la narradora, ser marica/trava es pertenecer a una clase social, oprimida y vinculada con las demás por un doble vínculo de deseo y rechazo, atracción e hipocresía, la voz de Susy Shock emancipa a todo un colectivo al afirmar "Yo no soy una equivocación" y plantarse frente a la verdadera aventura de, pese a todo, "poder la alegría".

 

 

 

Silvestre y sabia, Susy Shock sigue la senda de Pedro Lemebel, Manuel Puig, Néstor Perlongher,

Batato Barea, Copi, La Noy y hace carne de su disfraz y literatura de su vida.

"¿Somos solo eso que se mira de nosotras?", se pregunta en un momento la narradora.

La respuesta surge libre y sencilla: 

no.

Ana Ojeda

 

 

Narrar los duelos, dejar constancia de la vida y lo vivido, compartir la ausencia y leerla como un objeto precioso que custodiamos un instante, el batir de alas rotas del colibrí que retomará el vuelo a pesar de todo.

Desde estas páginas, La Loreta y el Pibe ya serán siempre nuestra memoria colectiva, un hogar.

Brigitte Vasallo