Los mapuche parecían ser un tema de hippies y vegetarianxs hasta el asesinato de Santiago Maldonado en el desalojo de gendarmería a la Pu Lof Cushamen en resistencia en la provincia de Chubut.
Ahora los mapuche son objeto de todo tipo de especulación winka, depositarios de temores coloniales atávicos, blanco feroz de un titeo cruel, trofeo de la represión y enemigos de la concentración latifundista de los capitales que pisotean soberanías.
Ellos, los que estuvieron antes de que los Estados nacieran para hundir sus garras sobre la piel de la tierra, son los extranjeros. Y los alambradores de la Patagonia, que viven en Europa, son los patrones de la policía.
Agustina Paz Frontera viajó en 2006, cuando los mapuche sólo eran detectados por el radar de las fuerzas de seguridad. Los encontró componiendo hip hop y punk, haciendo radio y respirando en las ciudades y comprendió que ahí había un algo que se le estaba escapando a esa hojita de diario.
Pensar la negación del Estado como principio, el amor a la naturaleza, la resistencia y el buen vivir, el espíritu haciendo política, el deseo de ser positivamente.
La narradora es una estudiante que emprende una aventura en clave beat y que a su regreso desgrana una crónica que descorre un velo y, a diez años de su primera escritura, conserva la vigencia de un clásico.

Una excursión a los mapunkies

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Los mapuche parecían ser un tema de hippies y vegetarianxs hasta el asesinato de Santiago Maldonado en el desalojo de gendarmería a la Pu Lof Cushamen en resistencia en la provincia de Chubut.
Ahora los mapuche son objeto de todo tipo de especulación winka, depositarios de temores coloniales atávicos, blanco feroz de un titeo cruel, trofeo de la represión y enemigos de la concentración latifundista de los capitales que pisotean soberanías.
Ellos, los que estuvieron antes de que los Estados nacieran para hundir sus garras sobre la piel de la tierra, son los extranjeros. Y los alambradores de la Patagonia, que viven en Europa, son los patrones de la policía.
Agustina Paz Frontera viajó en 2006, cuando los mapuche sólo eran detectados por el radar de las fuerzas de seguridad. Los encontró componiendo hip hop y punk, haciendo radio y respirando en las ciudades y comprendió que ahí había un algo que se le estaba escapando a esa hojita de diario.
Pensar la negación del Estado como principio, el amor a la naturaleza, la resistencia y el buen vivir, el espíritu haciendo política, el deseo de ser positivamente.
La narradora es una estudiante que emprende una aventura en clave beat y que a su regreso desgrana una crónica que descorre un velo y, a diez años de su primera escritura, conserva la vigencia de un clásico.