Así Melina despliega sus poemas en tres zonas que parecieran dar cuenta de un kit de supervivencia. Todo aquello que deberíamos tener a mano para sobrevivir a nuestro presente filoso: cuadros y fiestas, marchas, libros, algún arma para el bolsillo de la dama y, también, y sobre todo, búsquedas. Motor insistente que marca el beat continuo de esta poética: un yo lábil que no se detiene ni encasilla en la norma esperada. Lábil y móvil, este yo chica reniega, toma impulso, se entrega a sus pesquisas y a sus ansias. En la escritura, ese buscar se patentiza en distintas formas donde por momentos resuenan voces que antecedieron. Así, por pasajes, aparece destellos de cierta oralidad, el tono de charla interna con que la chica se habla y el poema aparece. Dice: «Miento porque no sé, miento / y sigo inventando historias / como si esperara alguna noche / dar con la última, la verdadera». En otras instancias, resuena una Alejandra Pizarnik inmemorial, su insatisfacción y sus hambres. Propone: «soy yo este pánico, la huída, la decisión / de tirarme por la borda antes / de que las papas quemen». O confirma: «en una balsa infinita / de la embriaguez al sueño / del sueño al sexo / del sexo al amor.»

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Así Melina despliega sus poemas en tres zonas que parecieran dar cuenta de un kit de supervivencia. Todo aquello que deberíamos tener a mano para sobrevivir a nuestro presente filoso: cuadros y fiestas, marchas, libros, algún arma para el bolsillo de la dama y, también, y sobre todo, búsquedas. Motor insistente que marca el beat continuo de esta poética: un yo lábil que no se detiene ni encasilla en la norma esperada. Lábil y móvil, este yo chica reniega, toma impulso, se entrega a sus pesquisas y a sus ansias. En la escritura, ese buscar se patentiza en distintas formas donde por momentos resuenan voces que antecedieron. Así, por pasajes, aparece destellos de cierta oralidad, el tono de charla interna con que la chica se habla y el poema aparece. Dice: «Miento porque no sé, miento / y sigo inventando historias / como si esperara alguna noche / dar con la última, la verdadera». En otras instancias, resuena una Alejandra Pizarnik inmemorial, su insatisfacción y sus hambres. Propone: «soy yo este pánico, la huída, la decisión / de tirarme por la borda antes / de que las papas quemen». O confirma: «en una balsa infinita / de la embriaguez al sueño / del sueño al sexo / del sexo al amor.»