En la novela de Barrie vemos dos planos que se contraponen y están constantemente chocando. Por una lado, el padre de la familia Darling es un ser matemático y racional que vive anclado en una vida sin sorpresas. Su cotidianidad es instrumentalista y calculada, el azar no tiene ningún tipo de cabida en esa cadencia rutinaria en la cual se terminó transformando su existencia. Hay un guiño de Barrie -quizá involuntario- a la construcción masiva de los seres humanos que se forjarían en el futuro por la implementación del sistema de libremercado. El choque de esta personalidad se produce con Peter Pan y los niños de Nunca jamás. Cuando aparecen junto a Campanita por la ventana de la habitación de Wendy y de sus hermanos, nos encontramos con planos mágicos y fantásticos que vienen a romper los códigos de la realidad estrecha. Se subvierte el orden y los cursos, hay una confrontación entre concepciones adultas y concepciones infantiles que es necesario rescatar.

Otro eje que hace interesante y única esta versión de Peter Pan, es la traducción de Irene Gimeno y Nicolás Medina. Un trato neutral y delicado del lenguaje, en el que no se intenta figurar ni resaltar, posiciona a la obra como un imperdible que se deja leer más allá de las turbulencias del tiempo. Los vocablos elegidos y predispuestos funcionan como un todo armónico que nunca deja  de entretener ni de guardar los orígenes de un texto que, al igual que su protagonista, nunca envejeció.

Peter Pan y Wendy

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En la novela de Barrie vemos dos planos que se contraponen y están constantemente chocando. Por una lado, el padre de la familia Darling es un ser matemático y racional que vive anclado en una vida sin sorpresas. Su cotidianidad es instrumentalista y calculada, el azar no tiene ningún tipo de cabida en esa cadencia rutinaria en la cual se terminó transformando su existencia. Hay un guiño de Barrie -quizá involuntario- a la construcción masiva de los seres humanos que se forjarían en el futuro por la implementación del sistema de libremercado. El choque de esta personalidad se produce con Peter Pan y los niños de Nunca jamás. Cuando aparecen junto a Campanita por la ventana de la habitación de Wendy y de sus hermanos, nos encontramos con planos mágicos y fantásticos que vienen a romper los códigos de la realidad estrecha. Se subvierte el orden y los cursos, hay una confrontación entre concepciones adultas y concepciones infantiles que es necesario rescatar.

Otro eje que hace interesante y única esta versión de Peter Pan, es la traducción de Irene Gimeno y Nicolás Medina. Un trato neutral y delicado del lenguaje, en el que no se intenta figurar ni resaltar, posiciona a la obra como un imperdible que se deja leer más allá de las turbulencias del tiempo. Los vocablos elegidos y predispuestos funcionan como un todo armónico que nunca deja  de entretener ni de guardar los orígenes de un texto que, al igual que su protagonista, nunca envejeció.