A veces es de ausencias que escribo. Pero otras de mucho, de demasiado. En Pequeñas prosas blancas, Celina Feuerstein despliega sutilmente el adverbio demasiado hasta alcanzar, en fragmentos, de modo lateral, el trazo de cierta blancura. La del amor? La de la ausencia? La de los detalles? La de la infancia? Relumbrantes, íntimas, las prosas breves construyen una memoria y un presente anclados en un singular punto de vista: las palabras cuestan. Llevan consigo su propia desaparición. La escritura fragmentaria, entonces, pulsa la zona entre presencia y ausencia, da luz, y vuelve a cerrarse cada vez. El movimiento de este libro precioso sigue un interés de Celina por lo cromático, enlaza inesperadamente la blancura con la posibilidad de la prosa. Se trata así de cierta blancura, diseminada a lo largo de las páginas, que provoca un efecto de lectura sobre el pasado como territorio siempre inexplorado y el presente no como resultado, sino en forma de nueva proyección de luz.

PEQUEÑAS PROSAS BLANCAS

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A veces es de ausencias que escribo. Pero otras de mucho, de demasiado. En Pequeñas prosas blancas, Celina Feuerstein despliega sutilmente el adverbio demasiado hasta alcanzar, en fragmentos, de modo lateral, el trazo de cierta blancura. La del amor? La de la ausencia? La de los detalles? La de la infancia? Relumbrantes, íntimas, las prosas breves construyen una memoria y un presente anclados en un singular punto de vista: las palabras cuestan. Llevan consigo su propia desaparición. La escritura fragmentaria, entonces, pulsa la zona entre presencia y ausencia, da luz, y vuelve a cerrarse cada vez. El movimiento de este libro precioso sigue un interés de Celina por lo cromático, enlaza inesperadamente la blancura con la posibilidad de la prosa. Se trata así de cierta blancura, diseminada a lo largo de las páginas, que provoca un efecto de lectura sobre el pasado como territorio siempre inexplorado y el presente no como resultado, sino en forma de nueva proyección de luz.