La imposición de la interpretación de una Naturaleza movida por el egoísmo y la competencia, en la que el “éxito” es para “los más aptos”, ha convertido a las sociedades en un campo de batalla en el que el individualismo fratricida y la soledad rigen las relaciones humanas.

Ver a la Naturaleza como a un ente pasivo en el que sus componentes son “recursos naturales” conduce a que la vida de los seres humanos se rija por el evangelio del todos contra todos en una verdadera “lucha por la supervivencia”.

Para sostener como natural éste desquicio social fue necesario narrarlo antes como descubrimiento científico para imponerlo como verdad.

Con un estilo personal y iconoclasta, el biólogo Máximo Sandín tira de las hilachas del dogma neodarwiniano sobre el que descansa la comunidad científica oficial y propone un cruce donde biología, historia y sociedad permiten escribir un relato más cercano a la realidad, lejos de los mitos y las conveniencias de las élites.

Pensando la evolución, pensando la vida

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La imposición de la interpretación de una Naturaleza movida por el egoísmo y la competencia, en la que el “éxito” es para “los más aptos”, ha convertido a las sociedades en un campo de batalla en el que el individualismo fratricida y la soledad rigen las relaciones humanas.

Ver a la Naturaleza como a un ente pasivo en el que sus componentes son “recursos naturales” conduce a que la vida de los seres humanos se rija por el evangelio del todos contra todos en una verdadera “lucha por la supervivencia”.

Para sostener como natural éste desquicio social fue necesario narrarlo antes como descubrimiento científico para imponerlo como verdad.

Con un estilo personal y iconoclasta, el biólogo Máximo Sandín tira de las hilachas del dogma neodarwiniano sobre el que descansa la comunidad científica oficial y propone un cruce donde biología, historia y sociedad permiten escribir un relato más cercano a la realidad, lejos de los mitos y las conveniencias de las élites.