Durante una salida a pescar de tres varones se revela la complejidad con que se trama la amistad y se devela, como el fluir de un río, la historia de los afectos y la crueldad con la que a veces está hecho el presente.

"En su realismo de repercusiones mágicas, confluyen Onetti y el Borges de "El Sur" con la sombra inflamada de Horacio Quiroga, pero la calidad y resolución de su prosa activan una sugestión que es exclusiva de Selva Almada."
Francisco Solano, El País, España

 

Enero y el Negro llevan de pesca a Tilo, hijo adolescente de Eusebio, el amigo muerto. Mientras beben y cocinan y hablan y bailan, lidian con los fantasmas del pasado y con los del presente, que se confunden en el ánimo alterado por el vino y el sopor.

Una red mezcla realidad y sueño, hechos y conjeturas, isleños, agua, noche, fuego, peces, bichos. Humana, pero a la vez animal y vegetal, esta novela fluye como un cauce, una larga conversación o el afecto entre seres que se quieren: madres, hijos, hermanos, amantes, ahijados.

Con No es un río, Selva Almada completa su trilogía de varones, inaugurada con El viento que arrasa y seguida inmediatamente por Ladrilleros. En esta novela magistral vuelven a brillar sus formas del decir y su extraordinaria sensibilidad para lograr que los personajes expresen en el hacer lo que habita en lo profundo de sus almas, en lo lejos de sus propias vidas.

No es un río

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Durante una salida a pescar de tres varones se revela la complejidad con que se trama la amistad y se devela, como el fluir de un río, la historia de los afectos y la crueldad con la que a veces está hecho el presente.

"En su realismo de repercusiones mágicas, confluyen Onetti y el Borges de "El Sur" con la sombra inflamada de Horacio Quiroga, pero la calidad y resolución de su prosa activan una sugestión que es exclusiva de Selva Almada."
Francisco Solano, El País, España

 

Enero y el Negro llevan de pesca a Tilo, hijo adolescente de Eusebio, el amigo muerto. Mientras beben y cocinan y hablan y bailan, lidian con los fantasmas del pasado y con los del presente, que se confunden en el ánimo alterado por el vino y el sopor.

Una red mezcla realidad y sueño, hechos y conjeturas, isleños, agua, noche, fuego, peces, bichos. Humana, pero a la vez animal y vegetal, esta novela fluye como un cauce, una larga conversación o el afecto entre seres que se quieren: madres, hijos, hermanos, amantes, ahijados.

Con No es un río, Selva Almada completa su trilogía de varones, inaugurada con El viento que arrasa y seguida inmediatamente por Ladrilleros. En esta novela magistral vuelven a brillar sus formas del decir y su extraordinaria sensibilidad para lograr que los personajes expresen en el hacer lo que habita en lo profundo de sus almas, en lo lejos de sus propias vidas.