Sobre el libro
Hay algo profundamente misterioso en estos cuentos de Elizabeth Lerner, y no se trata sólo del misterio de su escritura, límpida y a la vez opaca, tersa y a la vez tensa, tanto que dan ganas de correr el velo y descubrir qué se esconde detrás de las palabras –y si nos contenemos es porque en el secreto está lo hermoso de estos relatos, narrados con un as escondido cuya presencia sentimos físicamente pero no podemos ver. No es sólo ese misterio: es la extrañeza de los espacios de otros tiempos y otras literaturas, la chica quemada de “Río abajo”, con su glorieta y su río y su herencia, escenario perdido de otra Argentina, involuntario cuento de fantasmas donde manda el deseo. O Miranda y su familia en “Cuestionario”; qué aprenderá ella con todas esas preguntas que le enseñan, cuáles son sus poderes secretos. Y cómo y dónde desapareció esa otra mujer, traicionada por sus hombres que la recuerdan en el paisaje desolado de un valle, con los movimientos confusos del sueño que se va transformando en pesadilla. O los Tindelis, seres en una realidad paralela y habitantes del post-apocalipsis, contados en una cruza de Cortázar y Ursula K. Le Guin. O los lazos invisibles de esas parejas que se cruzan en la estepa en “Las flores y la música”. O la cruel Clara, viuda de muchos muertos. ¿Son estos seres misteriosos ‘Las visitas’ del título? Ningún cuento se llama así. ¿Son estos visitantes los personajes que le golpean la puerta a Lerner? Los que recorren valles, montañas, Mar Azul, Vigo, Laguna del Desierto, Milán, el Paraná de las Palmas, la plaza de Mayo bombardeada en el ’55, el desierto, el pasado: Las visitas es un libro de viajes por el tiempo y por el espacio, con el equipaje justo y necesario, con hombres y mujeres fugaces, pasajeros, comandados por una narradora serenamente poderosa.
Mariana Enríquez.