Blanca Varela es una poeta que no se complace en sus hallazgos ni se embriaga con su canto. Con el instinto del verdadero poeta sabe callarse a tiempo. Su poesía no explica ni razona. Tampoco es una confidencia. Es un signo, un conjuro frente, contra y hacia el mundo, una piedra negra tatuada por el fuego y la sal, el tiempo, la soledad. Y, también, una exploración de la propia conciencia.

“Hay algo que nos obliga a llamar mi casa al cubil y mis hijos a los piojos”.

Poesía contenida pero explosiva, poesía de rebelión: “Los números arden. Cada cifra tiene un penacho de humo, cada número chilla como una rata envenenada…”. Y en otro pasaje: “El pueblo está contento porque se le ha prometido que el día durará 25 horas. Esto es la inmortalidad.”

La pasión arde y se afila una frase que es, a un tiempo, un cuchillo y una herida: “Amo esta flor roja sin inocencia”.

Octavio Paz

las cosas que digo son ciertas - poesía completa 1949-2000

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Blanca Varela es una poeta que no se complace en sus hallazgos ni se embriaga con su canto. Con el instinto del verdadero poeta sabe callarse a tiempo. Su poesía no explica ni razona. Tampoco es una confidencia. Es un signo, un conjuro frente, contra y hacia el mundo, una piedra negra tatuada por el fuego y la sal, el tiempo, la soledad. Y, también, una exploración de la propia conciencia.

“Hay algo que nos obliga a llamar mi casa al cubil y mis hijos a los piojos”.

Poesía contenida pero explosiva, poesía de rebelión: “Los números arden. Cada cifra tiene un penacho de humo, cada número chilla como una rata envenenada…”. Y en otro pasaje: “El pueblo está contento porque se le ha prometido que el día durará 25 horas. Esto es la inmortalidad.”

La pasión arde y se afila una frase que es, a un tiempo, un cuchillo y una herida: “Amo esta flor roja sin inocencia”.

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