El río que se secaba los jueves reúne noventa relatos que destacan por su humor inteligente, su agudo ingenio y la sutil sabiduría que desprenden. Son cuentos que beben de fuentes tan dispares como la tradición y el cancionero popular, o las noticias más rocambolescas y extrañas que se pueden encontrar en cualquier periódico. Porque ahí radica su original encanto: en la audacia para entretejer datos verídicos y referencias históricas o literarias, con bromas y traviesas invenciones. El resultado de esa atrevida mezcla de lo real con lo fantástico, lo conocido con lo imposible, lo lógico con lo absurdo, son narraciones que -ante su aparente sencillez no causan indiferencia sino que sorprenden, provocan, evocan, incitan o despiertan la curiosidad… y la duda.

Desde la normalidad de lo cotidiano, el trasfondo inaudito y surrealista en la prosa de Víctor González nos dibuja una sonrisa y nos hace pensar. No menos sorprendentes, provocadoras y evocadoras son la treintena de ilustraciones de Pablo Amargo: imágenes sugerentes y de tonos oscuros que nacen de la metáfora visual, la hipérbole, la repetición, el símil y otros recursos retóricos propios del lenguaje gráfico y simbólico. 

el río que se secaba los jueves

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El río que se secaba los jueves reúne noventa relatos que destacan por su humor inteligente, su agudo ingenio y la sutil sabiduría que desprenden. Son cuentos que beben de fuentes tan dispares como la tradición y el cancionero popular, o las noticias más rocambolescas y extrañas que se pueden encontrar en cualquier periódico. Porque ahí radica su original encanto: en la audacia para entretejer datos verídicos y referencias históricas o literarias, con bromas y traviesas invenciones. El resultado de esa atrevida mezcla de lo real con lo fantástico, lo conocido con lo imposible, lo lógico con lo absurdo, son narraciones que -ante su aparente sencillez no causan indiferencia sino que sorprenden, provocan, evocan, incitan o despiertan la curiosidad… y la duda.

Desde la normalidad de lo cotidiano, el trasfondo inaudito y surrealista en la prosa de Víctor González nos dibuja una sonrisa y nos hace pensar. No menos sorprendentes, provocadoras y evocadoras son la treintena de ilustraciones de Pablo Amargo: imágenes sugerentes y de tonos oscuros que nacen de la metáfora visual, la hipérbole, la repetición, el símil y otros recursos retóricos propios del lenguaje gráfico y simbólico.