Corre el año 1964, en Alemania. Dora es investigadora ayudante durante el juicio a los nazis que estuvieron al frente del campo de concentración de Drancy, en Francia. Apasionada como es por los archivos, aprovecha que está cerca del International Tracing Service para averiguar sobre su propio pasado. Lo que no sabe es que se encontrará con un secreto fundamental en la vida de su amiga alemana Lotte. Decírselo dará vuelta su historia. Minaverry vuelve a traernos a Dora, y a su mirada como la puerta de entrada a un mundo lleno de detalles, solidez narrativa, y un humanismo no exento de paradojas. La impunidad en los juicios y la ceguera frente a la complicidad en los genocidios, rodean y empujan el drama de Dora y Lotte. Pero es a través del rico elenco de personajes secundarios que nos encontramos con los infinitos pliegues de la Europa de posguerra. Ni Dora, ni los que la rodean, pueden darnos respuestas, ni moralejas. Respiran en el mundo creado por Minaverry, y nos ofrece cada uno un color, una dimensión distinta del problema de la identidad. Saltan de las páginas para hacerse, hace cincuenta años, preguntas que siguen teniendo hoy plena vigencia.

Dora. Malenki Sukole

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Dora. Malenki Sukole
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Corre el año 1964, en Alemania. Dora es investigadora ayudante durante el juicio a los nazis que estuvieron al frente del campo de concentración de Drancy, en Francia. Apasionada como es por los archivos, aprovecha que está cerca del International Tracing Service para averiguar sobre su propio pasado. Lo que no sabe es que se encontrará con un secreto fundamental en la vida de su amiga alemana Lotte. Decírselo dará vuelta su historia. Minaverry vuelve a traernos a Dora, y a su mirada como la puerta de entrada a un mundo lleno de detalles, solidez narrativa, y un humanismo no exento de paradojas. La impunidad en los juicios y la ceguera frente a la complicidad en los genocidios, rodean y empujan el drama de Dora y Lotte. Pero es a través del rico elenco de personajes secundarios que nos encontramos con los infinitos pliegues de la Europa de posguerra. Ni Dora, ni los que la rodean, pueden darnos respuestas, ni moralejas. Respiran en el mundo creado por Minaverry, y nos ofrece cada uno un color, una dimensión distinta del problema de la identidad. Saltan de las páginas para hacerse, hace cincuenta años, preguntas que siguen teniendo hoy plena vigencia.